lunes, 2 de marzo de 2009

II

Aunque generalmente, en mi país, no soy exactamente tranquilo, no me sorprende este estado de ánimo. Hay algo intensamente contagioso en el aire local. Una paz o alguna energía que la generan, flotan en el aire… es algo contra lo que que no se puede luchar… (no es que lo intente) algo que te empuja… algo etéreo que se te mete dentro y te cambia la ‘velocidad’; debe ser algo propio de esta tierra, arraigado aquí hace miles de anos. Una vez leí que en ciudad de Méjico basta con desear ver a alguien para que aparezca, como si alguna fuerza mística materializara tu deseo. Aca pasa algo parecido. Hay algo mágico en el aire, en el ambiente, que penetra dentro de uno y lo sosiega… no creo que sea algo puramente cultural: miles de años de respirar el humo del opio y de meditación... Cuando vine por primera vez a Tailandia, lo primero que llamo mi atención fue el fuerte contraste del frenético ritmo de las grandes ciudades con el maravillosamente apacible ambiente de los templos budistas (Asi tambien el contraste con las imágenes de las iglesias catolicas... mientras jesus esta banado en sangre, sacrificado con su corona de espinas y sus ojos sin pupilas como un pez muerto, el buda de oro sorie su risa opioide en su extasis onirico.) Uno camina por calles atestadas de gente y ruidos y motocicletas y cucarachas y mierda de perro, a la sombra de edificios enormes… de repente ve la puerta de un templo. Decide entrar. Al trasponer la puerta los ruidos y el smok desaparecen como por arte de magia... el entorno es la quietud misma y la atmósfera solo es adornada por el canto de los pájaros y el casi empalagante aroma de los sahumerios... jardines de arboles mutilados y enroscados; tunicas de colores marron y naraja y azafran ondulean aburridamente en los tendederos, dragones de piedra blanca y espejo exalan su invisible aliento de fuego extinto… cierta sabiduría se cierne sobre uno... milenios de desapego... la vida es solo un sueño... solo un sueño...

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