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Sentado en un bar de Kao San Road… les suena familiar? Probablemente no, si son argentinos o de alguna parte sur de la América Latina, pero es un lugar bastante famoso por esta cara del mundo.
Un lugar lleno de turistas que deambulan inmersos en actividades mundadas como la compra de artículos inservibles, la ingesta de alcohol, la perdida del tiempo, la contratación de prostitutas….. Ahora que sale el tema, algo llamo profundamente mi atención desde el momento de mi llegada a Kao San, algo relativo exclusivamente a europeos y americanos y su relación con las prostitutas locales.
No es que no entienda que les gusten, ya que son realmente hermosas y hábiles en el arte de seducir a los hombres… entendería, fácilmente que les pagaran por una cogida, pero estos sajones se enamoran de ellas… al parecer, embriagados por el clima, lo exótico de la cultura, la cerveza y, sobre todo, la idea de estar lejos de cualquier persona conocida, se dejan engañar y caen en sus redes. Muy a la manera de sirenas (con un cántico que dice mas o menos así: I Love you, you fuck me, ok?) los embelesan y les extraen su dinero, su tiempo: los acompañan mientras estén en Bangkok. Su relación es de lo más curiosa, como si estas chicas tai fueran sus mascotas… sirviendo las veces de mucamas sexuales, traductoras y regateadoras (todo un arte por aquí a la hora de comprar lo que sea).
Ellas los acompañan silenciosa y diligentemente, como geishas… no hablan una palabra, ya que sus idiomas (y sobre todo sus intereses) son diferentes. No puedo dejar de verlas como mascotas, moviendo sus pequeñas y sensuales colas para sus amos, contentas con un plato de comida cada tanto, y a sus amos satisfechos con un par de caricias antes de ir a dormir.